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JUEGOS PARA EL RECUERDO
JUEGO DE LA PELOTA
La pelota ha sido siempre un juego muy apreciado, lo mismo para jugarlo que para mirarlo.
La pelota de niñas era un juego individual: cada niña jugaba con su pelota.
Se botaba de la mano al suelo, así sucesivamente; solo sabíamos pasarla por debajo de las piernas. A la vez se hablaba, por ejemplo:
Mi pelota salta y bota; si se me rompe tengo otra. Y también: estamos en el año 1944. Etc..
Los niños, donde había una pared y una pelota allí jugaban.
El frontón que estaba entonces en la plaza siempre estaba lleno. Era solo de una pared. Después, a petición del pueblo, y con ayuda de todos, se hizo de rincón. Estaba muy bien organizado, pues siempre hubo un señor al cuidado; también repartía las pelotas que las tenia en un cestaño.
LA SOGA
La soga es una cuerda que se coge entre dos. Si se da bajo, el juego se llama a la barca, y se cantaban canciones. Al pasar la barca me dijo el barquero....
Si se daba alto, se cantaban los días de la semana...., y otros. Si no pasabas la cuerda perdías.
LA GOMA
Las niñas también jugaban a la goma, era una goma larga y la poníamos entre dos niñas, haciendo un rectángulo. Se colocaba en las piernas y otra saltaba, haciendo dibujos y después había que seguir saltando para deshacer todo y dejarla como estaba al principio, si no sé hacia bien perdías.
Había otro juego que lo hacíamos con un cordón en las manos entre dos haciendo figuras.
EL CALDERON
Es un juego en el que hay que hacer rayas en el suelo marcando los días de la semana. Entonces, se tira el canto o una caja y si té pasas del día al que ibas o pisas las rayas, pierdes, y le toca el turno a otra siempre saltando a la pati coja.
TRES NAVIOS EN EL MAR
Este juego se componía de 2 grupos. El primer grupo empezaba a correr un poco antes que el segundo. Entonces los primeros cantaban: tres navíos en el mar... y el segundo contestaba: y otros tres en la arena. Por las voces del primer grupo, corría el segundo para encontrarlos. Pero los primeros corrían sin parar hasta encontrar un escondite y así quietos todos, callados. Para que no los descubriesen. Si el segundo grupo pasaba y no las veía, el primer grupo, otra vez a correr, en sentido contrario, y si por el contrario, el segundo grupo les encontraba, ganaba.
A LA UNA ANDA LA MULA
En este juego se ponía un niño, ya mayorcito, haciendo de burro, con las manos encajadas en las rodillas; otro brincaba, saltándolo, ensanchando las piernas, y luego, se ponía también de burro, para que brincasen encima de él; y así, sucesivamente, hasta prepararse una buena fila. Era muy bonito verlos, y ellos, hacían a la vez que jugaban, gimnasia.
EL JUEGO DE LOS CROMOS
Los cromos se ponen boca abajo uno o varios cada jugadora y se le da con la mano y si quedan para arriba selos gana. Hay que jugar entre dos o más.
EL JUEGO DE LAS CANICAS
Sé hacia un hoyo en el suelo y nos poníamos a una distancia de dos metros.
El que lograba meter la canica al contrario es el que ganaba.
LAS CHAPAS
Poníamos una caña y encima la chapa; con otra tirábamos y el que le daba a la chapa era para él.
LOS ALFILERES
Los alfileres nos los poníamos en la mano y decíamos: cabezón y con.
También los teníamos en una carpeta cuadrada y allí los poníamos pues eran de muchos colores
JUEGOS DE TABAS
Uno de los juegos de las tabas, era, entre varias niñas, a una distancia de unos dos metros y medio, o tres, de una pared, se tiraban, y la que más se acercaba a dicha pared se llevaba todas las tabas
El otro juego, decíamos, vamos a jugar a las tabas al alto. Se preparaban seis tabas bien afiladitas, limpias y algunas hasta pintadas de colores, que las llamábamos: hoyo, zapata, carne y culo. Las movíamos bien, con las dos manos y las echábamos al corro(llamábamos así al sitio donde jugábamos, que solía ser. el suelo o nos acomodábamos mejor donde podíamos). Como es normal, unas caían de una manera y otras de otra. Entonces la compañera elegía una parte de la taba. Se empezaba echando el pitón al alto, mirando para arriba. Con la mano derecha, mientras caía el pitón, cogías al tacto. La que había elegido tu compañera, y así, hasta que cogías las seis, y si no la cogías, habían hecho mala y pasaba a jugar la otra niña.
EL JUEGO DE LA PARGATA
Este juego consistía en sentarnos en el suelo, dándonos la cara, formando un circulo.
La primera que jugaba, se quitaba la alpargata y nos rodeaba, poniendo la alpargata detrás de una y así esta se daba cuenta la cogía y seguía a la otra pegándole alpargatazos hasta que se sentaba en el hueco que había dejado la niña a la que había puesto la alpargata detrás. Si la que ponía la alpargata llegaba al sitio donde la había dejado y la niña que estaba sentada no la había visto, la primera empezaba a darle alpargatazos y la hacia levantar y dar la vuelta hasta llegar a su sitio y seguía jugando la que había puesto la alpargata
Este juego lo solían hacer en verano, cuándo los vecinos, después de cenar, bajaban a la calle a tomar la fresca.
JUEGO DE LOS BOTONES
Se coge un botón y una hebra de hilo un poco gordo para que dure más. Se mete el hilo en los agujeros del botón y se hace un nudo para que el hilo se quede cerrado. Se coge con las dos manos metiendo solo el dedo corazón y se va retorciendo el hilo, luego se duerme el botón y se juega con él.
AL POLVORON
Este era un juego tranquilo. Nos juntábamos un grupo de niñas haciendo casi un circulo, con las manos juntas. Una niña tenia en sus manos un polvorón o un caramelo u otra cosa, con las manos juntas para que no se le viese. Iba pasando sus manos por las otras niñas, que las abrían un poquito, y mientras tanto se contaba. La niña que tenia el polvorón lo dejaba en las manos de la niña que quería pero seguía pasando sus manos hasta que se terminaba de contar. Entonces había que adivinar quien lo tenia. La que se acertaba se lo comía y era a ella a quien le tocaba pasar otro.
EL YOYO
Este juego se compone de dos cilindros y de hilo grueso. Te pones los hilos en la mano y hay que bailarlos. Es un juego individual y muy bonito. Se podía tener un yoyo comprado o bien sé hacia con hilo y dos botones que fueran grandes.
LA TROMPA
Este era un juego de niños y, gracias a Dios, lo sigue siendo. Es in a trompa o trompón de madera, con un clavo en medio. Se le enrosca un cordón gordo, y se tira al suelo para que baile. Hay quien hace maravillas con la trompa. En nuestros tiempos de niños, las cogían bailándola, se la pasaban a la otra mano. También las ponían en las moneditas de cobre de cinco céntimos. Etc...
TAPAFULLERO
En este juego cada niño tiene que coger barro y amasarlo bien sobado; se hace una bola y se tira contra el suelo y el que consiga hacer el agujero más grande, ese gana, porque el otro lo tiene que tapar.
EL JUEGO DEL DIABLO
El juego del diablo sé hacia de la siguiente manera: con dos palillos y una cuerda se cogía el diablo, se bailaba y se tiraba con fuerza hacia arriba y se volvía a coger con la cuerda.
JUGAR AL ENCANTAMIENTO
Para jugar a este juego se marcaban en una calle o en la carretera dos líneas. De unos cinco metros de anchura de una a la otra. En medio se ponía una niña. En una de las líneas nos poníamos varias niñas que teníamos que pasar a la otra línea corriendo. Entonces, la niña que estaba en medio, debía coger a una para librarse ella y que se la quedase la que pillaba. Así nos pasábamos ratos y ratos, sin pasar frío y disfrutando del juego de invierno.
EL BOTE
Para jugar a este juego se colocaba un bote en el suelo y se la quedaba un niño el cual contaba hasta cien y los demás corrían hasta encontrar un escondite y así quietos todos, callados. Para que no lo descubriesen el que se la quedaba iba a buscarlos iba pillando a niños pero cuando se descuidaba iba uno de los niños y le daba una patada al bote y liberaba a todos y comenzaba la búsqueda de nuevo.
GUARDIAS Y LADRONES
Se juntaban unos cuantos muchachos, y enseguida organizaban dos grupos, uno representado por GUARDIAS y otro por LADRONES. Como la mayoría preferían ser mala persona (ladrón), tenían que echar suerte para ver quien le tocaba ser. Cogía uno de ellos una china del suelo (piedra pequeña se entiende), la ocultaba en la espalda en una de las manos que cerraba hecha un puño, después presentaba las dos manos cerradas para que el otro eligiera, habría la mano elegida y si allí estaba la china, había perdido, convirtiéndose en GUARDIA. El que elegía la que no tenía la china, lógicamente pasaba al grupo de LADRONES. De esta forma lo hacían todos. Si resultaban más en un grupo que en el otro, los elegidos primero no se movían, pero entre los últimos seguían hasta completar las dos cuadrillas. Si eran nones y había uno más, se agregaba a cualquier lado. Llegaba otro muchacho y se unía a los que eran uno menos. Llegaban varios y tenían que echar suerte entre ellos, igual a como lo hicieron los anteriores. Elegían una esquina donde desembocaban tres o cuatro calles que no eran muy largas, para en ellas poderse esconder los LADRONES; preferían ir a la Plaza del Imperio, pues allí estaban los portales, los alrededores del Ayuntamiento, la Iglesia de Santo Domingo (antes de 1.957 pues se quemó), el Altillo, el Arroyuelo Medio, el Callejón, etc.; otro sitio preferido para la práctica de este juego era la umbría de la Iglesia del Salvador, con las calles cercanas y el callejón de Cervantes. Los GUARDIAS se quedaban quietos en un sitio durante un rato corto, para que se escondieran los LADRONES, que solía ser entre los portales, alrededor de la Iglesia, detrás de las cortinas de las puertas de las casas, etc. Se ponían en movimiento los "buenos" y en cuanto un "malo" era localizado, enseguida detrás de él, que como se habían repartido por distintos sitios, le acorralaban y cogían. Así uno tras otro, era apresada toda la pandilla de maleantes, que ahora se cambiaban, y los "buenos" pasaban a ser los "malos". El tiempo se pasaba sin control, que las pandillas estaban tan a gusto que no se daban cuenta como pasaban las horas del reloj, y muchas veces debía de acudir algún familiar en su busca.
EL JUEGO DE LOS SANTOS
Existían unas cajas de cerillas, que en las tapas el dibujo estaba negro, con el valor de UN SANTO, que en dinero su precio con cerillas era de una perrilla de 5 céntimos. Tenían el cartón muy fino, y se le llamaba SANTO FEO. Había otras cajas mucho mejor fabricadas, con el cartón más fuerte y el dibujo en colores, que valían DIEZ SANTOS, y había que comprarlas por una perra gorda de 10 céntimos con cerillas (aclarar que un céntimo es 1/100 parte de una peseta). Estos eran SANTOS BONITOS. Teníamos los chavales grandes cantidades, aunque menos de los BONITOS. Ahora además de no jugar a esto, es que tendrían que hacerlo con otra clase de SANTOS, pues de estas cajas no existen, siendo completamente distintas las de ahora. Se juntaban unos cuantos muchachos y a jugar se ha dicho. El juego se hacía con los SANTOS BONITOS, que eran más fuertes y se tiraban mejor. Consistía en retirarse unos 3 ó 4 metros de la pared que habían escogido, para desde allí tirarlos de canto para que fueran a posarse lo más cerca posible de la pared. Se ponía en juego este BONITO con el que jugaban, o una cantidad de FEOS que de antemano lo habían acordado. El SANTO más cercano a la pared era el primero, y así se iban numerando hasta el más retirado que era el último. El jugador primero los cogía todos juntos, tirándolos contra la pared, que al caer todos los que lo hacían de cara eran los ganados. Los que caían de cruz, bueno mejor dicho de culo, los tiraba el segundo jugador, y así sucesivamente hasta que salían todos de cara, terminándose así esta jugada y se empezaba con otra. Escribiendo esto que estoy haciendo, se me viene a la memoria otro juego diferente también de SANTOS, que a continuación lo anotaré.
OTRO JUEGO DE SANTOS
Para poderlo realizar, lo primero que tenían que tener era un PERCHO (objeto llamado aquí en el pueblo, que no era de hierro como los usados en otro juego que más adelante escribiré). Los de ahora eran de baldosa o ladrillo finos, o de otra cosa que fuera de forma plana, de un tamaño que se pudiera coger bien con la mano y poderle arrojar con facilidad. También tenían que marcar un redondel en el suelo, de unos 30 centímetros de diámetro, como asimismo una raya a unos 4 metros del redondel. Reunidos unos muchachos, a acordar a qué cantidad de SANTOS se iban a jugar por cada jugador. Los ponían unos encima de otros hechos en torre, que si era muy alta le ponían una piedra pequeña encima para que se volcaran. Como generalmente jugaban a bastantes SANTOS, tenían que hacer dos y hasta tres montones, que eran colocados en la parte de delante del círculo en la parte donde estaba marcada la raya. Todo preparado a empezar el juego. Cada jugador con su PERCHO (si no lo tenían todos, lo hacían con alguno de los otros jugadores), desde el redondel tiraban sobre la raya, para determinar los puestos, el más cercano era el primero, y así sucesivamente hasta el último el más lejano, que era el orden para tirar sobre los SANTOS. Tiraba el primero el PERCHO para llevarse por delante todos los SANTOS posibles y sacarlos fuera del redondel, que eran los que ganaba. Los SANTOS que quedaban, a tirar el segundo jugador, y así sucesivamente hasta sacar todos del círculo. Lo que pasaba, es que cuando quedaba una cantidad pequeña de SANTOS sin sacarlos, se agregaban a los de la siguiente jugada. Se hacían bastantes jugadas, y si alguno tenía más suerte o jugaba mejor que los demás, ganaba una gran cantidad de SANTOS, pues siempre llevaban todos muchos por si les tocaba perder.
EL JUEGO DEL GUA
Reunidos 3 ó 4 chicos, alguno de ellos a citar a los demás para jugar al GUA, pues había poquísimos que no tuvieran BOLAS (de cristal o de hierro), en los sitios donde se practicaba este juego donde ya había hechos pequeños hoyos en el suelo llamados GUAS. Desde este hoyo, los 3 ó 4 que tomaban parte (podían ser solamente dos y más de cuatro), tiraban una BOLA a una raya hecha en el suelo a una distancia de unos dos metros. El que conseguía que su BOLA quedara más cerca de la raya era el primero, y así sucesivamente iban estando los más cerca hasta el más retirado que era el último. El primero tiraba la BOLA dirección al GUA. Los demás las iban tirando retiradas unas de otras, pues el primero con el dedo meñique de la mano izquierda puesto en el sitio donde estaba la BOLA, que luego el dedo gordo le apoyaba en la muñeca de la mano derecha, que en esta mano entre la uña del dedo pulgar y la yema del dedo índice, se sujetaba la BOLA y con el pulgar se empujaba y salía disparada. El motivo era dar a una BOLA de las otras que era llamado PRIMERA, volvía a tirar igual, y si la daba por segunda vez, que ambas BOLAS tenían que quedar separadas a más distancia que la medida de un pie, que era llamada SEGUNDA o PIE, y luego tiraba por tercera vez, y si atinaba se le llamaba MATUTE, para luego dirigirla al GUA para que cayera dentro, y si lo conseguía hacerlo todo, ganaba la BOLA del contrario, que casi siempre no era esta BOLA precisamente, ya que estaba destinada para el juego, era otra que sacaba del bolsillo de peor calidad, y este jugador quedaba eliminado, o se ponía nuevamente a jugar poniendo su BOLA en el sitio que le apetecía. Si por casualidad el JUGADOR anterior no había conseguido ganar, entonces su BOLA quedaba en el sitio donde había MARRADO (fallado), y le tocaba jugar al que era el segundo. Se fueron convirtiendo los muchachos mas "riquetes", y entonces algunos en vez de jugarse bolas, se jugaban el dinero, que solía ser una perra chica de 5 céntimos por partida perdida, que si algún jugador ganaba varias, podía comprar bastantes cosas.
EL JUEGO DEL CIRIO
Sigo haciendo memoria, para tomar notas lo mejor posible y hacerlo lo más claro que mi "mollera" sepa de este juego. Este era un juego que se hacía casi siempre cada uno por su cuenta, pero que también se podía realizar en grupos, pero que casi nunca se hacía. Lo primero era elegir sitio donde practicarlo, que podía ser en una calle larga, o en las plazas del pueblo. A un trozo de palo de unos 14 centímetros de largo, se le sacaba punta en los dos lados como a los lapiceros, que se le llamaba CIRIO. Había que preparar otra vara más larga de unos 70 centímetros, Se ponía el CIRIO en el suelo, y con el palo largo se le daba a la punta de lapicero de la parte delantera, que entonces saltaba a una altura aproximada a un metro, dándole con la vara y mandarle lo más lejos posible. Desde este punto donde había llegado el CIRIO, se hacía una segunda vez para que fuera aún más lejos. Desde este lugar, una tercera vez, y entonces ahora donde caía, era el sitio definitivo, donde se hacía una señal en el suelo para saber donde había llegado. Se volvía al sitio del principio, para que empezara un segundo jugador. De igual forma iban tomando parte todos los componentes del juego. Como es natural, el ganador era el que había conseguido llevar más lejos el CIRIO. Lo peor era si en el sitio donde realizaban el juego había a los lados ventanas y balcones con cristales, pues si el CIRIO salía derecho calle delante, iba bien la cosa, pero si se dirigía a alguna ventana el cristal se hacía añicos, y el campo de juego se quedaba totalmente desierto por sí salía el dueño del cristal roto, esto anotado no era una suposición del que escribe estas notas, es que da la coincidencia que a mi me había ocurrido.
EL JUEGO DEL TROMPO
Había un objeto aquí en el pueblo llamado TROMPO o PEÓN, que los vendían en algunos comercios, y la mayoría de los chavales habían comprado uno. Eran de madera de la forma de una fruta de pera, que en vez de llevar el pezón-rabito como ésta, era un rejo de hierro, pero como era tan pequeño y no estaba afilado, muchos los llevaban a los herreros para les pusieran uno más grande y bien afilado. También vendían unas cuerdas, para con una de éstas enrollar desde la punta del rejo y llegar hasta la mitad del TROMPO. Le tiraban al suelo, y el que lo hacía se quedaba con la punta de la cuerda en la mano, que al desenrollarse, el trompo se ponía a dar vueltas (bailar). Este trompo era el principal protagonista del juego. Un grupo de 3,4, 5 o más chicos que tenían un PEÓN, marcaban un redondel en el suelo de unos dos metros de diámetro, para que cada jugador fuera tirando sobre el centro el TROMPO. Al mismo tiempo que daba el rejo en el suelo, era tirar la cuerda para llevársele fuera del círculo marcado. Si lo conseguía no pasaba nada, pero el primero que se quedaba dentro, había que dejarle hasta que se parara donde fuese, pues éste era el perdedor. Con la "buena intención" de poderle dar con el afilado rejo de cada uno y hacerle "una cocá" que era una buena señal en la madera. Si al recibir uno de estos porrazos se le sacaba del redondel, entonces quedaba libre, por lo que se terminaba el juego, teniendo que empezar nuevamente como a lo primero, que algunas veces solía ocurrir, que el primero que había perdido lo fuera luego en el segundo.
OTRO JUEGO DE TROMPOS
En este tomaban parte los más "riquetes" o los que tenían más vicio, pues era jugarse el dinero. Marcaban un redondel en el suelo, también de unos dos metros de diámetro. Cada jugador sacaba una perrilla, moneda del valor de 5 céntimos, para desde el centro del redondel, tirarla para ver quien se aproximaba más a una raya que también habían marcado a unos cuatro metros de distancia. La más cercana era el primero, y la que quedaba más retirada era la última. El jugador de esta moneda se encargaba de echarlas todas dentro del círculo lo más en el centro posible, para dejarlas retiradas de la raya del mismo. El que resultó ser el primero, tiraba el TROMPO al suelo para hacerle bailar, que poniendo el dedo índice por un lago y el dedo corazón por el otro, por la ranura de los dos conseguía que se subiera el TROMPO a la palma de la mano.. Se agachaba, y poniendo la mano cerca de la moneda, tiraba el TROMPO con suavidad, para que con el rejo empujara a la perrilla en el borde y la fuera sacando del círculo. Le volvía a coger y otra vez a hacer lo mismo. A esto se le llamaba "dar rejás". Luego otra vez el TROMPO sobre la palma de la mano pero con poca fuerza, le daban vueltas como batiendo alguna cosa, para tirarle sobre el borde de la perrilla y darla con la coronilla, y de esta forma para fuera, que a esto se le llamaba "bolazo". Generalmente los TROMPOS que bailaban mejor conseguían dar tres "rejás", pero muy pocos, pues la mayoría conseguían dar dos "rejas" y el "bolazo". Tenían algunos jugadores tal cálculo y tino cuando tiraban por primera vez el TROMPO, que muchas veces era dar a la moneda y sacarla fuera, llamándolo "al vuelo". Todas las moneda que conseguía sacar eran las ganadas para él. Como era natural, el primer jugador no las ganaba todas, por lo que entonces le tocaba al número dos, y así sucesivamente los demás, si antes no las habían sacado los primeros, pues en cuanto las sacaban todas, se terminaba el juego, y otra vez a empezar otra partida. Había también que a pesar de dar "rejás" y el "bolazo", no conseguía sacar ninguna perrilla.- También ocurría que al tirar por primera vez el TROMPO para hacerle bailar, en vez de dar el rejo en el suelo, lo hacía con la tripa y no bailaba, y a esto también se le llamaba "bolazo". No por ello volvía a tirar, pues perdía la vez y pasaba al siguiente.
EL JUEGO DE LA PÍDOLA
En cuanto había unos pocos jóvenes juntos y les gustaba el SALTAR A PÍDOLA, pronto organizaban el juego, no se necesitaba mucho terreno, pues con unos metros a lo largo había bastante, por lo que se podía jugar en cualquier parte, aunque generalmente se hacía en las plazas y en el Paseo del Cristo, y se practicaba bastante. Se hacía un lomito estrecho de tierra, que iba a ser el que serviría de raya. No se hacía la raya en el suelo, porque al pisarla no se notaba a penas, y sin embargo en el lomo de la tierra se veía a la perfección, y así no había discusiones "de que no la he pisado, de que si la has pisado". Para ver el que sería el que hiciera de BURRO, se hacía a suerte. Ya lo tengo dicho en otro juego anterior, pero voy a repetirlo. Cogía uno una china, y en la espalda para no ser visto, la ponía en una de sus manos y las cerraba las dos. Luego presentaba los puños a otro, que elegía uno. Si no tenía la piedra había ganado, y se quedaba con ella el mismo, que volvía a repetirlo. Cuando alguno eligió donde estaba, entonces este se quedaba con ella, y el que la había tenido quedaba libre. De esta forma el último que se quedaba con ella, era el perdedor, el que tenía que hacer de BURRO. Se doblaba por el tronco y por la cintura atravesado, con la cabeza en la parte derecha del que tenía que saltar sobre él. El saltador tomaba carrerilla, y corriendo ponía las manos en la espalda del agachado BURRO, pasaba la pierna derecha por la parte de la cabeza, y la izquierda por el culete, y de esta forma pasaba por encima al otro lado. Así saltaban todos, y entonces el agachado se retiraba un poco corto del lomo de tierra que hacía de raya. Se volvía a saltar de nuevo y si todos pasaban, el BURRO se retiraba otro poco más, al final la distancia era considerable, y no se podía hacer solamente de un brinco, entonces se usaba "dos medias" y "una entera". Se iba corriendo, poniendo el pie delante del lomo de tierra (raya), se daba una zancada con el otro pie y una segunda zancada con el contrario, que eran las "dos medias", para luego sentar los dos pies juntos "que era la entera", y con el impulso de como iba corriendo, un salto para poner las manos en la espalda, y como las demás veces pasar al otro lado del burro. Si alguno por apurar mucho pisaba un poco la raya, había "marrao" y entonces relevaba al agachado y tenía que ponerse de BURRO al principio de la raya. También "marraba", el que con las "dos medias", la "entera" y el salto final, no llegaba a pasar por encima del BURRO al otro lado, pues para él estaba muy retirado. Cuando más se realizaba este juego eran los Domingos al mediodía en la Plaza del Imperio, y por las tardes en el Cristo, y también en las plazas de los barios, pues aquí en el pueblo había buenos saltadores y les gustaba que los vieran la gente, que efectivamente acudía bastante a verles.
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